“Si se podía, siempre se pudo” El debut de Bastián en 10K

Los nervios me hicieron estar despierto incluso antes de la hora, repasaba en mi cabeza si tenía todo listo y preparado, pensaba , en cual sería mi estrategia, si mejorar marca o dosificar para llegar óptimo a la meta. Sea como sea había llegado ese 7 de abril que tanto había esperado, y pronto dejaría el alma junto a otras 33.000 personas que correrían por sus propias motivaciones y sueños. 

Mientras desayunaba mi pareja se alistaba para acompañarme, ella sabe cuanto me ha costado llegar donde estoy, los fines de semana en que desistí salir de fiestas porque tocaba entrenar, las comilonas que solía mandarme y los vicios que había dejado de lado, había venido este fin de semana especialmente para estar conmigo en este día tan importante. 

Mientras nos dirigíamos al lugar pensaba en todo lo que había costado llegar hasta aquí, en las veces que llore debido a mi autoestima baja relacionada estrechamente con mi peso, en las crisis de pánico que sufría constantemente, en los exámenes médicos que arrojaban mi alto colesterol y que tenía que cambiar mi ritmo de vida. Soy alguien que ha tenido una lucha constante consigo mismo y el poco aprecio por su propia persona, fue el 15 de octubre del año pasado (2018) que decidí cambiar ello y salir a correr por primera vez, aun lo recuerdo fueron 5K en 40 minutos, al día siguiente no podía moverme, pero esta era una pelea que no iba a perder. Me prometí a mi mismo llegar a los 10K de la Maratón de Santiago, empecé a dedicar tiempo al entrenamiento y a demostrarme a mi mismo que esa parte que decía que no podía lograr las cosas era solo un mito. Empecé a mejorar tiempo, fui a la corrida de la Teletón, a la corrida de Pullman Bus, hice mis primeros 10K en la Corrida de Algarrobo, y repetí lo mismo en la Nat Geo Run, y ahora tocaba romper el desafío que me había prometido superar. En todo eso pensaba cuando sin darme cuenta ya estaba allí alistándome junto a todos para dar inicio.

Debido al “cuello de botella” comencé algunos minutos después de que se dió el inicio oficial, quizás fue por la euforia y las ganas del momento que comencé con un paso mas acelerado del que tenía yo mismo pensado, por desgracia aquello pesaría mas adelante debido al calor que ya a esa hora se hacía sentir. Los primeros 3K fueron relativamente buenos, con ritmo constante y apoyo de la gente que con pancartas y gritos alentaban a seguir adelante. El problema comenzó a contar de los 4K, los puntos de sombra desaparecían, y la sensación de “subida” que se tenia en el sector del Parque Forestal hacían mas extenuante ese tramo, lo cual obligó a bajar el ritmo que hasta ese momento era bueno. El colapso del primer punto de hidratación debido a la alta concentración de gente también obligó a frenar para poder beber y reponerse del sol que en ese momento daba una horrible sensación de correr sobre una zona árida. 

Cuando llegamos al viraje de Salvador las fuerzas se repusieron en parte gracias a la banda tributo a Queen que entonaba Don’t Stop Me Now, pero principalmente por el fin del tramo en “subida”. Con ánimos repuestos seguí adelante visualizando nuevamente lo mucho que había costado llegar hasta este momento, cada paso se hacia sentir menos cansado, y el corazón estaba mandando los músculos mucho mas que el cerebro. La hidratación tipo ducha de Gatorade en Plaza Italia sirvió para sacar del cuerpo los últimos indicios del tramo más difícil, ya solo quedaba una cosa por hacer: Correr.

El tramo por la Alameda tuvo mas sabor a victoria que a cansancio, cada paso a la meta se hacía mas rápido y sentía como el corazón se me salía de la emoción. Cerca de Banco Estado tuve que realizar un freno ya que un hombre que competía en silla de ruedas había caído y simplemente no podía seguir de largo (saludos a él y a quienes lo ayudamos a reincorporarse), lo cual más fuerza y espíritu me dio para seguir y terminar con la carrera que me prometí conquistar, una última acelerada, y entonces fue que escuche a un tipo hablando en micrófono sobre quienes ya habían llegado, y aplausos que se hacían sentir de manera aleatoria a quienes cruzábamos, había llegado por fin a la meta. Cuando vi a mi pareja a un costado de la meta solo atiné a tomar sus manos y apoyar mi cabeza en ellas, ya no importaba si había hecho mas o menos tiempo que otras veces, o si mi desempeño fue bueno o malo, solo le dije entre lágrimas “Si se podía, siempre se pudo”

Se que no tengo ni de cerca la experiencia de un corredor de maratones, ni tantas medallas en el cuerpo pues apenas llevo medio año desde que inicié, pero veo el correr como algo que va más allá de eso, lo veo como superación constante, con uno mismo y sus propios temores, sus propios fantasmas. Por supuesto que 10K no es lo mismo que 21K o 42K, pero un kilometro nunca dejará de ser un kilómetro, y cada uno de los pasos que he dado me acercó a conseguir cumplir algo que muchos decían que no se podría. Hoy pude cumplir esa promesa que me hice, y muchos pueden decir ¿y ahora qué? Pues eso es lo lindo del correr, que nunca sabes lo nuevo que vendrá en cada kilómetro.